martedì 22 luglio 2014

Apellidos que dan de comer

En cuestión de apellidos, el mundo de la fama es bastante similar a El día de la marmota,aquel filme en el que Bill Murray, el protagonista, se despertaba cada mañana y todo se volvía a repetir como en el día anterior. Hollywood es uno de los lugares donde parecen vivir en un bucle similar, inyectando sangre nueva en cada década pero manteniendo los apellidos en muchos papeles estelares.


Michael Douglas es hijo del legendario actor Kirk Douglas. La premiadísima Anjelica Huston es hija del genial director John Huston. Angelina Jolie, de John Voight (protagonista de American Cowboy). Gwyneth Paltrow, del poderoso productor Bruce Paltrow y de la actriz Blythe Danner. Y Bryce Dallas Howard, del director y productor Ron Howard. La lista, en las diferentes generaciones, es interminable. Como lo es entre los jóvenes que hoy están tomando las pantallas. La que mejor está tomando posiciones en el recambio actual es Dakota Johnson, de 25 años, hija de Don Johnson y Melanie Griffith (a su vez hija de Tippi Hedren), quien lleva ya varios años coqueteando con la pantalla es protagonista de Cincuenta Sombras de Grey, el best seller erótico que aspira a tener el mismo éxito en el cine como en las librerías.

Es posible que en el futuro su nombre forme parte del firmamento, si es que su talento la lleva más allá de lo que puede empujar un apellido. Porque en el cine, como en la música o la moda, ser ‘hijo de’ sin duda abre muchas puertas. Pero si no das la talla, el tiempo acaba borrando tu nombre de los títulos principales; eso sí, puedes quedarte como secundario. Entre las sombras siempre parece haber sitio. Por ejemplo, Rick Aiello, hijo del actor Danny Aiello, lleva tres décadas haciendo papeles menores en cine pero… ¿alguien le conoce?
Lo bueno de un apellido célebre es que la fama suele venir acompañada de dinero, así que si se carece de talento siempre se puede suplir comprándolo. Paris Hilton es el mejor caso de estudio: la bisnieta del magnate hotelero Conrad Hilton ha ejercido de modelo, de diseñadora de moda, ha participado en 26 películas (cuyos títulos casi nadie recuerda) y acaba de lanzar su segundo disco, financiado por ella misma. El vídeo de lanzamiento, estrenado el martes, lo vieron 200.000 personas en dos días. No pasará a la historia precisamente por su calidad pero la visibilidad de la que goza Hilton se sigue traduciendo en ventas. Igual que su elevado caché como dj, que la tiene por Ibiza haciendo el agosto y que estos días la traerá también a pinchar a Marbella y Barcelona. Su amiga Nicole Richie, hija del cantante Lionel Richie, se le arrimó en el infame reality La vida simple y así compró su dosis de fama.
Claro que los ‘hijos de’ también se quejan de que se les juzga con más dureza precisamente por el apellido. Lo contaba Sean Lennon, hijo del beatle por antonomasia, John Lennon, en una entrevista en Access Hollywood: “Empecé a tocar porque en mi casa había música, mis padres se dedicaban a la música, fue algo natural. Pero cuando quise hacer de ello mi profesión fue duro porque la prensa no podía evitar pensar que soy hijo de mi padre y comparar mi música con la suya”. Las críticas de sus discos no fueron malas pero ser ‘hijo de’ le amargó su experiencia como roquero y Sean prefirió hacer un quiebro y pasarse al mundo de las bandas sonoras, donde parece poder trabajar sin que le pregunten cada día por el beatle.

Una de las puertas que escogen muchas ‘hijas de’ es la pasarela, sobre todo si sus madres tuvieron éxito como modelos. Georgia May Jagger, hija de la femme fatale Jerry Hall y el rolling Mick Jagger, heredó la belleza de su madre. Y aunque podría vivir de la cuenta de sus progenitores, a sus 22 años ya tiene en el banco varios millones de libras acumulados gracias a sus campañas para Versace, Chanel, Miu Miu o Vivienne Westwood. Su hermana Lizzy Jagger, de 30, también escogió ese camino pero su carrera ha sido menos estelar.
En el mundo la moda, lucir apellido es un activo que puede rentabilizarse durante años sin necesidad de probar que se sabe hacer algo más que poner la cara. Con apenas 20 años, Patrick Schwarzenegger, hijo del culturista, actor y exgobernador que dio cuerpo a Terminator, lleva ya tiempo en el negocio y acaba de convertirse en el nuevo rostro de la campaña de gafas de Tom Ford. En su defensa hay que decir que además ha montado su propia línea de moda y accesorios, Project 360, pero con un toque altruista: un porcentaje de sus ventas se destina a recaudar fondos contra el Alzheimer y el cáncer.

 Ireland Baldwin, hija de de Alec Baldwin y la exmodelo y actriz Kim Basinger, se acaba de estrenar en ambos campos a los 17 años, pero aún tiene que demostrar que no es un capricho pasajero. No es la única recién llegada. Dylan Penn, de 23 años, hija de Sean Penn y Robin Wright, también firmó un contrato como modelo en 2013 y debutará en el cine en 2015 en una película de terror. Lottie Moss, hermanísima de Kate Moss, acaba de protagonizar con 16 su primera campaña publicitaria para Calvin Klein y todo apunta a que su belleza —y el asesoramiento y ayuda de su hermana— le puede brindar una larga carrera en la industria.
Si se mira hacia la música la historia se repite. De padre famoso, hijos célebres. Miley Cyrus se dio a conocer como Hanna Montana siendo una adolescente y ahora tiene un nombre propio como cantante. Pero sin duda ser hija del músico de country Billy Ray Cyrus, muy conocido en ese género, ayudó: también él actuaba junto a su hija en la archifamosa serie de Disney Channel. Nada como tener de consejero a un padre que está en el negocio.


Zak, el hijo del batería de los Beatles Ringo Starr, también se dedica a ese instrumento aunque no presume de apellido: prefirió quedarse con el de su madre, Starkey, y ejerce como músico de sesión, trabajando sobre todo con The Who y Oasis. La cantante Lily Allen es hija de Keith Allen, un conocido actor de televisión británico. El hermano de Lily, Alfie Allen, es actor: en la serie Juego de tronos interpreta al torturado Theon Greyjoy. Son los nuevos nombres de la industria del entretenimiento. Solo el tiempo dirá si se limitarán a vivir de su apellido o ayudarán a que éste quede bien cincelado en la historia.

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